Se presentó NTVG nuevamente en Salta y como era de esperarse confirmó una vez más la inquebrantable relación con el público local y el profesionalismo de una banda de casi 25 años de experiencia.
Por Sebastián Asciar
El público salteño copó el estadio DELMI desde temprano, llenando la tribuna ubicada frente al escenario y la cancha prácticamente en su totalidad. El ingreso y el desalojo del lugar fueron fluidos, propios de un perfil bien marcado de los asistentes, me arriesgo a decir que en su mayoría eran chicas.
Aproximadamente a las 21,45 iniciaron su presentación entre sirenas rojas y amarillas, en clara alusión al nombre de su último disco, “Suenan Las Alarmas”, interpretando “Y el mundo me comió a mi”, set que se extendió por un poco mas de dos horas donde desfilaron las nuevas canciones y una tracalada de hits, esos hits que los cantás sin saber que lo sabés tales como “Chau”,“Al Vacío”, “Clara”, “Ese maldito momento”, “Prendido Fuego”, “Verte reír”, “A las 9”, “Tan Lejos” entre muchos otros.
Ocho músicos maduros sobre el escenario dieron un show donde se nota que no hay improvisación, finamente cronometrado, sin baches, sin invitados, y con una comunicación bastante medida entre tema y tema con el público, quizás los diálogos más sinceros fueron el preludio de la canción “Autodestructivo” y el agradecimiento que Emiliano Brancciari brindó a los asistentes por estar ahí a pesar de la dura situación que viven los argentinos, momento en el cual aparecieron un par de locos y locas cantando MMLPQTP pero no hubo demasiado eco, será por la falta de interés en política o por la frialdad característica de los públicos norteños.
Como era de esperarse todos quedamos satisfechos con el show, quizás los oídos mas puristas insisten que el DELMI es un lugar con una acústica pésima, pero el único que parece hoy estar habilitado para albergar la cantidad de gente que concurre a este tipo de shows.