Un par de afiches callejeros sobresalen. Uno de los diseños representa un revival de anuncios de bailes y carnaval norteño. Otro en cambio, proclama nuevos derechos y libertades individuales. Un estilo popular en desarrollo desde la Revolución Industrial.
Al cerrar 2021, la populosa Avenida San Martín amaneció empapelada con la publicidad de una bailanta. Sus letras negras en cuerpos gigantescos resultaban llamativas. Ellas se imprimieron gracias a tipografías talladas en madera que aún se consiguen en tiendas online o como rezago de antiguas tecnologías de reproducción de la palabra escrita. Sobre un colorido degradé de fondo, alguien logró que ese mensaje resaltara sobre el collage informativo compuesto por papel impreso deteriorado por el tiempo.
La lectura efímera fue posible porque un puñado de anónimos pegatineros instaló en una noche la noticia. En el amanecer del nuevo año, se inauguraría una carpa tropical sobre la Avenida Tavella. El bombardeo publicitario cumplió su rol. Capturó visualmente al transeúnte inmerso en sus ocupaciones, al peatón que osó desviar los ojos de su pequeña pantalla, al pasajero que los miró al pasar mientras viajaba en colectivo.
El dueño de la carpa me pidió que diseñara un afiche que se destaque. Elegí los viejos carteles de bailantas del carnaval norteño. Ese estilo también predominó en Buenos Aires allá por el 2000. Lo usó Damas Gratis”, explicó a Salta/12 Ezequiel Gómez, diseñador autodidacta y autor del anuncio que aún decora la popular arteria. Encargado de encontrar el mensaje adecuado para un público mayor de 25 años, contó que su tarea se centró en evocar emociones y recuerdos. Durante el proceso, experimentó con distintas familias tipográficas hasta que dar con la adecuada.
Al transitar la principal arteria comercial de la ciudad surgieron las primeras preguntas ¿Por qué el estilo tiene aún tanta potencia? ¿Por qué en la era digital hace falta una tirada impresa para captar la atención del consumidor visual popular? Hay una historia detrás.
Afiches tipográficos fueron las palabras claves que los ubicaron sobre un pasado y un presente. De paso, emparentó los carteles de la bailanta de la Tavella con otro conjunto que, desde hace un tiempo, resaltan en distintas paredes de la ciudad. Sobre las chapas de una obra en construcción en la esquina de Mitre y España; por las calles que se recorren a diario desde el centro hacia el norte. Allí están, provocativos incluso desde la gramática, sobre el mismo degradé color y letras rústicas impresas en negro. Son los mensajes de Voicot, el colectivo que desalienta el consumo humano de proteína animal.
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