Las exposiciones de Juan Manuel Urtubey, Flavia Royón y Claudio Del Plá marcaron la tónica de una jornada en la que cada quien reafirmó su propio libreto. Las ausencias de María Emilia Orozco y Sergio Leavy también se hicieron notar.
por Maira Lopez para Salta 12
Una de las principales aulas del Instituto de Educación Superior N° 6001 “Gral. Manuel Belgrano” estuvo repleta por personas que esperaban el primer debate entre los nueve candidatos y candidatas a senadores nacionales por Salta. Sin embargo, la expectativa de un cruce de ideas pronto se desinfló. A lo largo de más de dos horas, cada participante leyó su libreto, reforzó su identidad política, no profundizó en propuestas y evitó confrontar con los demás.
El formato -tiempos acotados, temas predefinidos y sin posibilidad de réplicas- terminó por sellar esa dinámica. A eso se sumó la ausencia de dos de los postulantes, María Emilia Orozco, de La Libertad Avanza, y Sergio “Oso” Leavy, del Partido de la Victoria. Orozco justificó su falta con una carta enviada a la organización, que era el propio Instituto: “No podré asistir ya que los candidatos estaremos en Buenos Aires acompañando al Presidente en la presentación de su libro”, escribió. En el caso de Leavy, su entorno explicó que “tiene actividad en el Senado”.
El rol del Estado
El primer eje -el rol del Estado- dejó en claro las diferencias ideológicas, aunque sin diálogo real. Por un lado, Juan Manuel Urtubey (Frente Fuerza Patria) reivindicó “el constitucionalismo social” y sostuvo que “discutir si el Estado debe ser grande o chico es una antigüedad”. Reivindicó la planificación y la educación como herramientas de movilidad social ascendente asegurando que «la única manera de garantizar el progreso es un Estado que provea condiciones de desarrollo y servicios básicos. No se trata de tamaño, sino de eficiencia”.
Flavia Royón (Frente Primero los Salteños) trazó una crítica directa a la polarización política. Como viene haciendo a lo largo de toda la campaña, cuestionó que el actual escenario «hace elegir entre los que abandonaron la obra pública y los que la usaron para hacer negocios”. Propuso “un Estado eficiente, moderno y transparente” y remarcó: “El mercado por sí solo no genera prosperidad. Tanto mercado como sea posible, pero tanto Estado como sea necesario”.
Desde otra vereda, Claudio Del Plá (Frente de Izquierda y de Trabajadores – Unidad) apuntó contra el conjunto de la dirigencia política: “Hoy tenemos una ofensiva capitalista donde todos los partidos han apoyado (a la actual crisis socio económica del país)», dijo. Afirmó que por eso es necesario «barajar y dar de nuevo» pero desde la organización de los trabajadores.
Marcos Tognolini (Movimiento al Socialismo) también se diferenció de los espacios mayoritarios y criticó a quienes “gestionaron el Estado para garantizar las ganancias de una minoría”.
Por su parte, en su intervención, Violeta Gil (Política Obrera) planteó una crítica estructural al Estado argentino y a toda la dirigencia política, a la que acusó de sostener un modelo endeudado y subordinado al poder económico. Denunció que la deuda pública, que pasó de 4 mil millones de dólares en 1975 a 600 mil millones en la actualidad, fue pagada “a costa de la destrucción de las organizaciones obreras” y advirtió que el país se encuentra nuevamente al borde del default.
En tanto, los candidatos Natalio Iglesias (UCR) y Francisco Rivas (Renacer) se movieron en un tono más clásico. Iglesias habló de “un Estado moderno y transparente” y pidió “no olvidar que Milei los destruye con la motosierra”. Rivas, con tono cansado, definió al Estado como “el centinela de los derechos de cada uno”, aunque sin detallar cómo debería hacerlo.
Federalismo sin fisuras
El segundo eje, sobre el federalismo, repitió el esquema: discursos largos, sin intercambio y con dardos apenas velados. Urtubey subrayó las asimetrías del norte: “En el NOA tenemos solo el 4 por ciento de las industrias del país y salarios un 25% más bajos que en la región pampeana”, dijo. Planteó que el desafío es “mejorar la calidad educativa y productiva desde una planificación real”.
Royón volvió a destacar su experiencia en gestión (fue funcionaria en los gobiernos de Alberto Fernández y Javier Milei) y defendió una mirada “desde las provincias”. Recordó que «las provincias, las jurisdicciones fueron preexistentes a la Nación», por lo que «no podemos seguir siendo colonias del poder central. Hoy es la hora de las provincias: el mundo demanda lo que tenemos, y yo tengo los ovarios para ir a Buenos Aires a defenderlo”, cerró.

Claudio Del Plá fue tajante. Sostuvo que «todos los gobiernos utilizan el verso del federalismo para hacerle creer a los trabajadores que gobiernan para todos”. Señaló que los salarios de médicos y docentes cayeron más del 30% y denunció una “minería de saqueo, con pocos puestos de trabajo y sin valor agregado”. Propuso“un plan para que los recursos naturales se industrialicen acá, bajo control de los trabajadores, para salir de la pobreza que generaron quienes hablan de federalismo”.
Violeta Gil, denunció que “Milei es un enemigo confeso del federalismo y de la autonomía política de las provincias” y extendió la crítica a Orozco y Urtubey. También cuestionó la política provincial de privatizaciones: “En Salta han privatizado el Banco Provincia, el IPS y los recursos mineros, poniendo las ganancias en manos de los pulpos empresariales”. Planteó que “un gobierno de trabajadores debe ejercer el control estatal y obrero sobre los recursos naturales para que sirvan al desarrollo y no al saqueo”.
En tanto, Marcos Tognolini, del Nuevo MAS, sostuvo que “federalismo no es agacharse y regalar los recursos naturales, ya sea a la Nación o a grupos extranjeros”. Invitó a conocer el programa integral de su fuerza política porque ningún candidato «tiene un proyecto de país, solo propuestas sueltas». «Nosotros planteamos una Argentina pensada en conjunto, porque los problemas de Salta no se resuelven solo desde Salta”, manifestó.
El radical Natalio Iglesias habló desde su experiencia como productor agropecuario. «El campo le ha dado al país 2.400 millones de dólares en retenciones, y no tenemos rutas, hospitales ni escuelas. Se robaron todo”, sostuvo. Señaló que “todos los gobiernos concentraron el poder en Buenos Aires” y prometió que si llega al Senado, va «a defender a Salta a capa y espada ante cualquier avance del poder central”.
Francisco Rivas centró su crítica en la distancia entre el centro y el interior. Afirmó que todos los índices económicos se miden desde Buenos Aires, «como si fueran verdades para todo el país”. Describió la crisis de su sector -el inmobiliario- como ejemplo de esa desigualdad: “Acá no se celebra una escritura de compraventa ni de casualidad. A 1.600 kilómetros, deciden por nosotros. Tenemos un presidente que no conoce Salta», afirmó.
Derechos humanos y actualidad
El último eje, centrado en derechos humanos, mostró las mayores diferencias. Juan Manuel Urtubey hizo un enfático reclamo contra la negación del terrorismo de Estado. Sostuvo que los derechos humanos “no pueden ser una mera declamación, sino políticas públicas con un Estado presente que garantice educación, salud y trabajo”.
Por su parte, Flavia Royón planteó una mirada amplia sobre los derechos humanos como ejercicio cotidiano. Sostuvo que los derechos no pueden reducirse a una consigna ni a un pasado histórico: “Los derechos humanos también hoy son vivir con dignidad”, dijo, y cerró agradeciendo el compromiso de quienes los sostienen desde los territorios.
Claudio Del Plá calificó al Gobierno nacional como “una máquina de atacar derechos” y denunció “un régimen de fuerza, de ofensiva capitalista contra todas las conquistas que fueron resultado de la lucha colectiva”. Afirmó que Milei busca “liquidar el derecho laboral en la Argentina, convertirnos a todos en trabajadores del Uber”, y advirtió que su fuerza parlamentaria estará “para fortalecer la lucha del pueblo trabajador contra ese régimen”.
Violeta Gil enmarcó la discusión en una dimensión internacional. Expresó que hoy el parámetro en relación a los derechos humanos «está representado por una masacre en curso contra el pueblo de Palestina”. Denunció que “el gobierno de Milei lo apoya abiertamente y la oposición encubre su apoyo con silencio”. Para Gil, “la humanidad entera hoy está interpelada” y sólo una lucha socialista internacional puede “abrir un curso emancipador capaz de acabar con la barbarie del capital”.
Marcos Tognolini vinculó el derecho humano al trabajo con el poder adquisitivo real. «Uno de los derechos básicos necesarios para desarrollarnos es el salario”, dijo y propuso un piso de “dos millones de pesos para todo trabajador, formal, informal, público o privado”. Argumentó que ese monto “no es una locura, es apenas un poco más que la canasta básica, lo necesario para poder progresar”.
En tanto, Natalio Iglesias llamó a recuperar el sentido igualitario de los derechos humanos. Sostuvo que «desde la igualdad va a nacer realmente la esencia de los derechos humanos”. Planteó que deben defenderse “los jóvenes sin trabajo y las víctimas de la inseguridad” y cuestionó el uso político del tema.
Francisco Rivas propuso volver a la raíz jurídica del concepto: “El eje central del derecho es la persona humana; todo derecho es humano, no existe el derecho inhumano, existe la deshumanización del derecho”. Señaló que los problemas actuales “no son legislativos, sino de aplicación del derecho”, y criticó “la mala elección de quienes deben administrarlo”.
Una postal sin debate
Pasadas las 22, cuando la actividad terminó con la foto general de candidatas y candidatos, quedó flotando una sensación ambigua: mucho discurso, poca confrontación. No hubo debate, ni preguntas cruzadas, ni respuestas incómodas.
El encuentro en el Instituto Belgrano sirvió, más que para contrastar propuestas, para que cada candidato se reafirme frente a su electorado. Urtubey buscó consolidarse como figura moderada y de experiencia. Royón se posicionó con un discurso técnico y político, de gestión y autonomía. Del Plá y Gil marcaron el costado más crítico y militante.
El resto acompañó sin mayores sobresaltos. Los grandes ausentes, Orozco y Leavy, evitaron quedar expuestos, aunque su silencio también pesó. En definitiva, el “debate” fue apenas un espejo de esta campaña salteña: muchas voces, pocas discusiones y propuestas, y una sociedad que sigue esperando un diálogo que todavía no llega.