Organizaciones de Derechos Humanos hicieron un llamado de atención sobre el recrudecimiento de discursos de odio y prácticas represivas.
Con advertencias sobre el recrudecimiento de los discursos de odio y el avance de la derecha con leyes regresivas que atentan contra derechos sociales y políticos, organizaciones de derechos humanos, gremiales y políticas recordaron ayer a las once personas asesinadas en la conocida como Masacre de Palomitas, cometida hace 47 años, el 6 de julio de 1976, en el marco del terrorismo estatal.
La jornada mostró, una vez más, las tensiones no resueltas en la provincia, la región y el país, desde las luchas de aquellos años 70 a la actualidad. Y exhibió también el peligro de ciertos avances represivos, como la ley antipiquetes en Salta (vetada solo parcialmente) y la reforma (in)constitucional en Jujuy, que habilita al Estado a avanzar sobre territorios indígenas y crminaliza la protesta social, entre otros aspectos regresivos. “Los enemigos del 76 (…) siguen intactos. Son el poder económico del país, los que están atentando contra la democracia“, advirtió Elena Rivero, de la Asociación de DDHH Coca Gallardo.
Más tarde, en otra intervención, la misma Rivero puso de resalto el carácter de los seis hombres y cinco mujeres recordadas: “ellos no fueron ni víctimas ni victimarios, fueron militantes“, aseguró. Y siguiendo el ejemplo de la militancia, las organizaciones que integran la Mesa de DDHH de Salta reclamaron la anulación de la ley antipiquetes en la provincia y repudiaron la Constitución reformada de Jujuy, además de denunciar que siguen muriendo niñes por hambre mientras las mineras obtienen grandes beneficios, que la docencia sigue reclamando mejoras salariales, que sectores antiderechos pretenden avanzar para limitar derechos obtenidos por la lucha de los movimientos de mujeres.
Entre las advertencias sobre el avance de la violencia, la ex detenida política Julia García, recordó que a “La mayoría (de las detenidas en el penal de Villa Las Rosas) las detuvieron en 1975, en junio, y ahí empezaron las aberraciones. En las detenciones algunas de las compañeras fueron brutalmente torturadas, y esto fue antes del golpe“.
García vino de Viedma, Río Negro, para participar del acto. En 1975 vivía en Salta cuando fue detenida, su familia había escapado después de que la Triple A asesinara a su hermano Luis Jesús García, “El Negrito García”, el 22 de septiembre de 1974, cuando tenía 18 años de edad.
“Creo que nosotros, los sobrevivientes, tenemos la responsabilidad de seguir construyendo memoria y seguir levantando las banderas de las compañeras, seguir reafirmando que esto que soñamos todavía es posible. Es posible que tengamos un mundo donde estemos todos incluidos, en donde haya trabajo, donde haya igualdad, donde seamos todos felices de alguna manera”, aseguró.
Por una sociedad más justa
En el documento consensuado en la Mesa, se recordó que en 1976 “la cárcel de Villa Las Rosas (de donde fueron sacadas las personas asesinadas en el paraje Palomitas) estaba repleta de nuestros mejores hombres y mujeres”.
El 6 de julio de 1976, en “una operación conjunta del Ejército, Policía Federal, Policía Provincial y el Servicio Penitenciario, todos subordinados al Ejército y bajo el mando del capitán Hugo César Espeche, se llevó a cabo el más sangriento y macabro asesinato en Salta por el Estado terrorista”. Los seis hombres y las cinco mujeres fueron asesinados en la ruta nacional 34, a 64 kilómetros de la ciudad de Salta. Para tratar de ocultar el crimen, los genocidas simularon un enfrentamiento.
Los cuerpos fueron entregados en cajones cerrados. Los de Alberto Savransky y el matrimonio de Benjamín Ávila y Celia Leonard fueron colocados dentro de los automóviles en las cercanías de Palomitas, “tratando de simular un enfrentamiento que no existió”. En el paraje Ticucho, en Tucumán, fraguaron otro enfrentamiento y dejaron los cuerpos de Pablo Outes, José Povolo y María del Carmen “Chicha” Alonso. Los cuerpos de Amaru Luque y Rodolfo Usinger, que estaban casados, junto al de Roberto Oglietti fueron enterrados en el cementerio de Yala, en Jujuy. Y nunca aparecieron los cuerpos de Geogina Droz y Evangelina Botta, “siguen siendo detenidas-desaparecidas”.
Por este hecho fueron condenados el jefe del Ejército en Salta, el coronel Carlos Alberto Mulhall; el jefe del III Cuerpo del Ejército con asiento en Córdoba, Luciano Benjamín Menéndez; el ex director de Seguridad de la Policía de Salta, Joaquín Guil, y el ex policía federal y guardiacárcel Juan Carlos Alzugaray. La investigación sigue, ahora mismo se está tramitando Palomitas III, en la que se juzga al ex jefe de Logística del Regimiento V de Caballería, Luis Dubois, y alos ex guardiacárceles Napoleón Soberón, Vicente Agustín Puppi, Víctor Manuel Rodríguez y Juan Salvador Sanguinio. Y por otro lado, “Murieron sin condena, alcanzados por la impunidad biológica, Joaquín Cornejo Alemán, Hugo César Espeche, Ricardo Benjamín Isidro de la Vega, Juan Carlos Grande y el ex Juez Federal Ricardo Lona”.
“Nuestros 11 compañeros de Palomitas querían una sociedad más justa e igualitaria para todos. No pudieron quedarse al margen de la realidad que les tocó vivir, se involucraron con los campesinos, con los pueblos originarios y con las familias salteñas que estaban sumidas en la miseria. Querían construir, junto al pueblo, un horizonte mejor que les diera la posibilidad de romper el destino de pobreza digitado en los círculos del poder”, recordó la Mesa. “Nunca más masacres y desapariciones producto del odio, la intolerancia y las complicidades civiles y eclesiásticas en Salta, en toda la Argentina y Latinoamérica”, abogó.
Compromiso por la memoria
“También venimos a renovar nuestro compromiso con la memoria”, afirmaron les integrantes de la Mesa de DDHH. Esa memoria que “no nos permite mirar para otro lado cuando en nuestra provincia sus gobernantes, no solo no atienden los reclamos salariales de las y los docentes y de las y los trabajadores de salud y de la administración pública, sino que previendo los conflictos sociales frente a la crisis económica se atreven a accionar con sus legisladores con leyes que cercenan derechos y criminalizan la protesta. Por eso exigimos se derogue por completo la Ley anti protestas y se deje sin efecto el procesamiento en la justicia de 19 docentes que fueron detenidos en el mes de mayo”, reclamaron.
Tras repudiar “el accionar del gobernador Gerardo Morales en Jujuy”, aseguraronque “repitió la experiencia de Salta, pero esta vez llegó aún más lejos”, con la reforma de la Constitución jujeña recortando derechos políticos y sociales a la población y la represión a su pueblo.
Los organismos de DDHH también se hicieron eco de los reclamos por “una Ley de Tierra y una Ley de Minería que contemple a la gran diversidad de Pueblos Originarios en la provincia y en el país”. Y exhortaron “al pueblo salteño a no votar en estas elecciones aquellas propuestas de odio, que solo prometen ajuste, flexibilización laboral, represión y mano dura”.
En otra arista de las tensiones, rechazaron la propuesta legislativa que pretende que en los centros de salud pública “se permita que grupos ligados a las iglesias y credos religiosos que se oponen a la aplicación de la IVE integren consejerías a mujeres e interfieran en sus decisiones”. Y rechazaron el proyecto de ley de Registro de Obstructores de Lazos Familiares, que busca limitar a madres que denuncian situaciones de violencias, abusos y abandonos. Y reclamaron también la sanción de una ley provincial de memoria.
La jornada empezó temprano, con el descubrimiento de una baldosa que recuerda a Alberto Savransky frente al lugar donde residía antes de ser detenido y asesinado. Del acto participó su hijo menor, Mariano Goldman, que llegó a la provincia acompañado por su familia. “Siento que sigue vive en mí y en mis hijos”, dijo emocionado.
En el acto también habló Ana María Pizarro, que fue detenida en Córdoba en 1975, y recordó que entre abril y octubre de 1976 “mataron a seis mujeres” que estaban en la Unidad Penitenciaria N° 1, en ese lapso mataron además a 26 varones. “Esa matanza coincidía con el plan de exterminio que ocurrió también en Salta. Para mí la Masacre de Palomitas es como parte de la vida que vivimos porque lo que sabíamos era que nos acostábamos a la noche pero a la mañana siguiente mirábamos cuál de nosotras faltaba. Y eso pasó durante todo ese año 1976″, relató.
Fuente: Pagina 12