Argentina se suma a los BRICS: ¿Oportunidad o gran problema?

Para sorpresa de propios y ajenos, este jueves se confirmó que Argentina pasará a formar parte de grupo formado por Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica 

En un anuncio más que inesperado, el grupo BRICS confirmó que Argentina, Arabia Saudita, Irán, Etiopía, Egipto y los Emiratos Árabes Unidos, se convertirán en nuevos miembros del bloque.

El grupo BRICS fue creado en 2009 por Brasil, Rusia, India y China, y tan solo incorporó a un nuevo miembro, Sudáfrica, en 2010, hace más de 13 años. Por ello, el nuevo anuncio es más que trascendental.

Tras confirmarse la noticia, el presidente chino, Xi Jinping, consideró que “esta ampliación de la membresía es histórica. Muestra la determinación de los países BRICS por la unidad y la cooperación con los países en desarrollo en general”.

Por su parte, el presidente sudafricano, Cyril Ramaphosa, informó que los seis nuevos candidatos se convertirán formalmente en miembros el 1 de enero de 2024 y agregó que “los BRICS se han embarcado en un nuevo capítulo en su esfuerzo por construir un mundo justo, un mundo que sea también inclusivo y próspero”.

Como era de esperar, quien celebró con grandes ánimos el ingreso de Argentina fue el brasileño Lula da Silva: “Quiero dedicar un mensaje especial al querido Alberto Fernández, presidente de Argentina y gran amigo de Brasil y del mundo en desarrollo. Seguiremos avanzando codo a codo con nuestros hermanos argentinos en un foro internacional más”.

“Trabajaremos porque los BRICS continúen siendo una fuerza impulsora de un orden mundial más justo y un actor indispensable en la promoción de la paz, el multilateralismo y la defensa del derecho internacional. En este mundo en transición, el Brics nos ofrece una fuente de soluciones creativas a los retos a los que nos enfrentamos”, agregó. 

¿Qué son los BRICS?

Actualmente, sin contar a sus nuevos miembros, el grupo representa más del 42% de la población mundial, el 30% del territorio mundial, el 23% del PIB y el 18% del comercio mundial. 

El acrónimo BRIC, que inicialmente no incluía a Sudáfrica, fue acuñado en 2001 por el entonces economista jefe de Goldman Sachs, Jim O’Neill, en un trabajo de investigación que subrayaba el potencial de crecimiento de Brasil, Rusia, India y China.

El objetivo del grupo es proporcionar una plataforma para que sus miembros desafíen un orden mundial dominado por Estados Unidos y sus aliados occidentales. Por ello, en un momento en el que Rusia y Ucrania (apoyada por Washington) están en guerra, tanto este grupo, como el G7 y la OTAN, cobran gran relevancia. 

Justamente, en diálogo con El Economista, el politólogo Tomás Múgica explicó que era importante “evitar las sobreactuaciones, evitar construir una narrativa que presente el ingreso a los BRICS como parte de una acción antihegemónica dirigida fundamentalmente contra Estados Unidos. En todo caso, el desafío es construir una narrativa que muestre el ingreso como parte de una política de diversificación de los vínculos externos y para que Argentina exprese una vocación reformista que indudablemente tiene respecto al orden internacional; pero, de todos modos, se trata de una acción y de una política que no está dirigida contra nadie en particular”.

En este sentido, Múgica destacó que esto puede observarse en la diversidad de países que fueron admitidos dentro del grupo, ya que, mientras que se aceptó a un enemigo de EE. UU. como Irán, también se les dio el visto bueno a algunos de los aliados de Washington, como Arabia Saudita o Egipto.

Respecto a qué implica para Argentina su ingreso a los BRICS, Múgica consideró que es “una buena noticia, fundamentalmente en el terreno de la economía internacional. Creo que podría abrir nuevas oportunidades para el fortalecimiento de vínculos comerciales y financieros con los demás socios, aunque el impacto concreto todavía es difícil de estimar”.

“El ingreso significa en principio el acceso a fuentes de financiamiento alternativas, como el Nuevo Banco de Desarrollo o el Acuerdo de Reservas de Contingencia. También creo que es una oportunidad para promover vínculos comerciales con los socios, con varios de los cuales Argentina tiene una relación de primer nivel, como Brasil y China, y en medida creciente India”, agregó. 

Además, el politólogo manifestó que “tal como se discutió en esta cumbre, se habilita el sistema de pagos de BRICS y eso permite incrementar la cantidad de transacciones comerciales en moneda local, lo que podría ser un alivio para la situación de Argentina en términos de acceso a divisas”. 

“Dicho esto, creo que, a la hora de evaluar el ingreso de Argentina en BRICS, hay que tener en cuenta también lo que significa el grupo en términos políticos, en tanto que es un foro que intenta representar al sur global, una meta a la cual trata de acercarse el grupo a partir de esta ampliación y, obviamente, en ese sentido, es un foro que cuestiona algunos aspectos significativos del orden liberal internacional construido por Estados Unidos”, sentenció.

Pros y contras del ingreso

Contando a los países que se incorporarán al grupo, el número total de miembros aumentará a 11, lo que le permitirá al bloque pasar a representar el 46% de la población mundial, el 30% del PIB global, el 44,35% de las reservas totales de petróleo y el 36% de la superficie terrestre. 

Sin dudas, esto le permitirá a Argentina pasar a tener una posición privilegiada y geoestratégica de influencia en el comercio mundial.

A su vez, como se mencionó anteriormente, posibilitará incrementar los lazos con Brasil, China e India, tres de nuestros cuatro principales socios comerciales.

Actualmente, India es un mercado estratégico para las exportaciones nacionales, especialmente el aceite de soja, además de ser un comprador relevante del maíz argentino. 

Por su parte, China es un destino clave para las carnes argentinas, llevándose sostenidamente más de la mitad de este comercio exterior. También es el principal mercado del poroto de soja argentino.

Y, en el caso de Brasil, el trigo y la cebada producidas en Argentina encuentran en este país a su principal comprador, que además es un robusto demandante de maíz. 

Así, en conjunto, la participación de los BRICS en el comercio exterior argentino ha oscilado entre el 20% y el 30% del total exportado.

Otro punto es que el Nuevo Banco de Desarrollo de los BRICS, creado en 2014 con un capital inicial de US$ 100.000 millones, podría representar una gran oportunidad de financiación.

Sin embargo, a nivel geopolítico, las cosas parecen un poco más complicadas, ya que, para empezar, sus actuales miembros tienen importantes divergencias entre sí. 

El caso más tenso es el de India y China, los dos países más poblados del mundo, que comparten una frontera de 3.440 kilómetros y mantienen importantes conflictos fronterizos. 

Pero el conflicto entre estos gigantes asiáticos va más allá de sus reclamos territoriales, ya que ambos se disputan el dominio de una gran parte de Asia.

Es por ello que India, pese a formar parte de los BRICS, también conforma el QUAD con EE. UU., Australia y Japón, un diálogo de seguridad cuadrangular que busca frenar el expansionismo chino en la región del Indo-Pacífico. 

En el caso de Brasil, desde que Lula llegó al poder, ha mejorado considerablemente sus vínculos con Pekín. De todas formas, eso no lo aleja de Washington: a principios de año fue recibido por Joe Biden en la Casa Blanca. 

En este sentido, mientras que China y Rusia fomentan la creación de un orden global multipolar, India y Brasil están forjando vínculos más estrechos con Occidente. Justamente, Lula ha rechazado la idea de que el bloque debería buscar rivalizar con Estados Unidos y el G7. 

Otro tema a tener en cuenta es que, del capital inicial de US$ 100.000 millones del NBD, US$ 41.000 millones corresponden a China, lo que demuestra el peso de Pekín en el grupo, y esto significaría para Argentina una mayor dependencia del Gigante Asiático.  

Por último, una cuestión no menor es que, en plena guerra en Ucrania, ninguno de los miembros de los BRICS ha condenado la invasión rusa, algo que podría obligar a Argentina a revisar su postura respecto al conflicto. 

Fuente : El Economista

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