En medio de la aceleración de la dinámica inflacionaria en los productos de la canasta básica, la relación entre el Gobierno y las empresas se volvió a tensionar. En las últimas horas, el despacho de Matías Tombolini, secretario de Comercio, fue testigo de un verdadero desfile de empresas de primera línea.
La principal preocupación en esos encuentros fue la escasez de divisas, que en la práctica del día a día se traduce en mayores trabas a las importaciones de insumos para la producción de productos esenciales.
Desde el lado empresario, el planteo es que sin una fluidez de las importaciones, a las compañías les cuesta planificar la producción y cumplir con las entregas. El pataleo refiere a que, así como en diciembre y enero se notaba una buena dinámica importadora, las trabas habían vuelto con fuerza desde finales de febrero.
Tombolini escuchó los reclamos pero la postura del funcionario es que las importaciones “vienen bien”, con las restricciones que ya se venían aplicando, por lo que descartó que haya una intención manifiesta del Gobierno de aumentar los controles a esas compras en el exterior.
El funcionario retrucó con una cuestión que sensibiliza a los fabricantes: según la Secretaría, los fabricantes más grandes están desviando productos desde los grandes supermercados hacia los comercios tradicionales.
La lógica de esa movida es que, a diferencia de las cadenas, en los pequeños negocios de barrio no rigen los controles de Comercio, y así las empresas pueden despachar sus productos más caros que en “Precios Justos”.
El programa Precios Justos, otra vez en el centro de las tensiones entre el Gobierno y las empresas.
La disputa de fondo por los dólares
La puja de base es por los pocos dólares que quedan en el Banco Central. El último informe de la consultora Eco Go asegura que las reservas netas alcanzan apenas a los u$s1.721 millones. El Banco Central no deja de vender, ante la pobre liquidación de divisas: ayer perdió u$s66 millones adicionales.
En la secretaría de Comercio esperan que un total de 600 empresas pasen por el despacho del secretario en los próximos días.
Las que ya lo hicieron se quejaron por la escasez de los dólares. En concreto, los ejecutivos hablan de un incipiente incuplimiento de la promesa oficial: a cambio de adherir al programa de “Precios Justos” -mantener un congelamiento de precios de una canasta de 1.900 productos, además de aceptar un tope de aumentos mensuales del 3,2%-, el Gobierno se comprometía a entregar los dólares necesarios para importar insumos al tipo de cambio oficial, hoy de $200.
En diciembre y enero, dicen los empresarios, esa palabra se cumplió. Ahora, en cambio, se acentuaron las validaciones de las SIRA (Sistema de Importaciones de la República Argentina).
Anoche, el Ministerio de Economía sacó un comunicado cruzando a los empresarios. “Se aprobaron 236.717 solicitudes presentadas a través del SIRA por parte de empresas, equivalente al 75% del total de los trámites formulados en los últimos cinco meses” aseguró el Gobierno.
Desde empresas de primera línea consultadas por iProfesional advirtieron que, en este contexto, “se nos complica la planificación para producir y por eso no podemos cumplir con los pedidos de nuestros clientes”.
La falta de dólares complica la producción de las empresas.
“No podemos cumplir con el volumen de “Precios Justos”, aseguran desde otra compañía pidiendo mantener la reserva de la identidad para evitar cruces con el oficialismo.
Tensión por los precios: la verdad del desabastecimiento
El cuestionamiento de los empresarios se vincula con la aceleración inflacionaria de las últimas semanas, justo después de la rúbrica del último acuerdo. Para los ejecutivos, es muy complicado asegurar la provisión de los productos con una pauta de aumento mensual del 3,2%, que ahora se queda a mitad de camino de la inflación general.
Lo peor es que lo que más viene en aumento son los alimentos. Y no solamente las carnes. De ahí la advertencia de las empresas del sector.
Frente a esta situación, las empresas vienen tomando distintas medidas para evitar los controles.
La más común es el desvío de productos de los supermercados (donde están los controles del Gobierno) hacia los comercios donde éstos no existen (autoservicios y almacenes de barrio).
Por eso mismo, en las góndolas de los supermercados faltan productos. Las empresas entregan menos porque esos artículos aumentan la mitad que la inflación.
Massa, otra vez cuestionado desde los fabricantes de alimentos por la escasez de dólares para importar.
La diferencia de precios entre los productos que se venden en los comercios tradicionales -de barrio- y los que se ofrecen en las góndolas de los supermercados es cada vez superior.
Un informe de la consultora Scentia -especializada en consumo masivo- da cuenta de que el diferencial de precios de los alimentos y bebidas, y también en los artículos de limpieza y aseo personal se encuentra en su máximo histórico.
Como nunca antes, desde la aparición de las cadenas internacionales de supermercados en los años 90, la brecha de precios fue tan amplia como ahora.
De acuerdo a Scentia, los precios de los almacenes y autoservicios son alrededor de un 33% más caros, en promedio, que en las grandes cadenas de supermercados.
La brecha suele ser incluso más amplia en aquellas categorías que tienen un mayor control por parte del Gobierno.
Esa diferencia se amplió en los últimos tiempos, a medida que se hizo más exhaustiva la regulación estatal sobre las cadenas de supermercados, que es donde se pueden conseguir los productos de “Precios Justos” (congelados ahora hasta el mes de junio), y que -además- cuentan con un acuerdo entre el Gobierno y los empresarios para que el aumento mensual nunca supere el 3,2%.
Fuente:IProfesional